Álvaro, 19 años: La culpa por haber traicionado a mi novia

Me gustaría aclarar, desde un inicio, que amo a mi novia más a que cualquier otra persona en el mundo y jamás haría algo para lastimarla.

Ni siquiera la he “traicionado” en el sentido real de la palabra.

El hecho es que, aún siendo tan jóvenes, estamos en una relación estable hace ya cuatro años.

Obviamente, esto significa que, cuando comenzamos a estar juntos, éramos aún más jóvenes (yo tenía 15 años).

En ese momento yo no sabía qué tan raro y precioso era aquello que teníamos: yo fui el primer hombre con quien ella hizo el amor, y ella fue para mí la primera mujer.
Nuestra relación es realmente especial. Es cierto, no es perfecta, pero no creo que existan las relaciones perfectas.

Sin embargo, siempre tuve problemas para aceptar la idea de acostarme toda la vida con una única mujer. Sin duda, creo haberme dejado influenciar por cosas que se oyen decir, como: “es necesario disfrutar de la juventud, vivir muchas experiencias y aprender a satisfacer sexualmente a una mujer, porque, de otro modo, te dejará, etc.”.

Fui un idiota al no comprender qué estaba poniendo en peligro, siguiendo estos consejos estúpidos.

Nunca pensé en cuánto mal estaba haciéndole a mi novia.

Para hacerlo breve: en los cuatro años de nuestra relación he aprovechado cada ocasión que he tenido para ligar con otras chicas. Nunca tuve sexo con ellas, pero había bastantes manoseos.
No es una justificación, obviamente. Toqué fondo una vez cuando fui con una prostituta porque quería saber cómo se sentía tener sexo con una desconocida.

Y bien, luego de aquella experiencia puedo decir que da asco. Es cierto, el sexo sin amor es más salvaje y desinhibido, sobre todo si lo haces con una mujer que tiene mucha experiencia, pero a fin de cuentas te hace sentir menos placer que el sexo que tienes con la muchacha que amas.

Luego de un par de meses me di cuenta de que mi novia es la persona con la que quiero pasar el resto de mi vida, y he comprendido en ese momento la gravedad de los errores que había cometido.
A veces me siento tan culpable que siento que enloquezco. Si acaso alguien menciona el tema “engaño” en una conversación, me da taquicardia y comienzo a sudar frío.

Me gustaría confesar todo a mi novia, pero en primer lugar no tengo el coraje, y además sé que ella no me perdonaría jamás, y finalmente pienso que sería realmente injusto de mi parte hacerla sufrir así sólo para limpiarme la conciencia.

Pero si algún día me encuentro frente a ella en el altar, ¿cómo podría jurarle fidelidad sabiendo que he hecho todas aquellas porquerías de las cuales ella no sospecha nada?
Soy un terrible gilipollas. ¿Por qué la mayoría de los hombres somos así de primitivos y obedecemos sólo al instinto propio de reproducción?

Jamás amaré a otra mujer como amo a mi novia, y sé con certeza que no podría jamás ser feliz sin ella.

Sin embargo, no puedo cambiar el pasado. No puedo eliminar el mal que le he hecho. Sé que tengo que actuar, ¿pero cómo?

Puedo únicamente recomendar esto a todos aquellos que están leyendo mis palabras: si verdaderamente amáis a vuestras parejas, ¡controlaos y no hagáis gilipolleces!

Necesito con urgencia un buen consejo por parte de alguien que sepa de qué estoy hablando.